viernes, 29 de marzo de 2013

La tarea del héroe: la aventura y la virtud moral

Dibujo de Bartleby el escribiente, de H. Melville. Un héroe moderno.
La ética, como ha señalado Fernando Savater (El contenido de la felicidad, 1986) pertenece al orden de la épica, porque trata de la acción: "Su designio es proponer un sentido suficiente y totalizador a la acción humana".
Y quien mejor representa ese ideal ético es la figura del héroe (o la heroína), que ejemplifican con su acción la virtud como fuerza y excelencia. La virtud no se define así a partir de su adecuación a un código moral predeterminado, sino de acuerdo con la práctica del virtuoso, del héroe. Así lo incluía Aristóteles al final de su definición de virtud, frente al intelectualismo socrático-platónico, recuperando algo del anterior ideal heroico-aristocrático.
Pero ese carácter aristocrático-guerrero que posee en sus orígenes el héroe griego lo hará sospechoso. Sospechoso ante el ideal democrático, opuesto a cualquier forma de jerarquía naturalizada. No obstante, en su favor habría que reconocer que el héroe no busca súbditos, sino "compañeros, para ser reconocido, acompañado y desafiado por ellos".
El héroe, de Don Quijote a Juana de Arco, es el ideal de la conducta libre, es el que "se atreve a querer", el que se enfrenta y responde a la pregunta fundamental de la ética: ¿Qué quiero hacer?
Su mundo es el de la aventura, un tiempo lleno (frente al vacío de la rutina) donde la normalidad queda suspendida o abolida. La aventura es un espacio inseguro e imprevisible, un camino iniciático hacia la autonomía (Vid. Savater, La tarea del héroe, Taurus).
La figura del héroe/heroína recorre el mito y la literatura desde sus orígenes. Desde la mitología griega a la novela moderna, el western clásico o la novela negra, el héroe, aunque en ocasiones vacilante y frustrado (como antihéroe), mantiene su firmeza ante la aventura y el destino que él mismo desafía.
El héroe abandona su hogar y parte a la aventura, en la que encuentra aliados con los que fortalece su voluntad y su deseo, a fin de quizás retornar un día, tal vez continuar su viaje sin término o, más tarde o más temprano, perder su desafío ante la muerte. Pero el héroe no aspira a ninguna recompensa más allá de poder afirmar que realmente ha vivido. En ello habrá puesto toda la intensidad de su voluntad y de su fuerza, de su valor y de su generosidad. El héroe encarna así la libre exigencia moral de una vida humana. El héroe es el que hace de su vida una aventura digna de ser recordada.

Cuestiones:
- ¿Podrías señalar la figura de un héroe o heroína que representen para tí un ideal de virtud? Describe su aventura y señala los valores morales que crees que encarna.

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