domingo, 20 de enero de 2013

El aprendizaje de las emociones

Como hemos comentado en clase, ha existido y existe en ocasiones en nuestra cultura científico-técnica escaso interés por la dimensión afectiva del ser humano. Se ha desarrollado así cierta incultura afectiva y emocional en una sociedad capitalista que valora más la competencia y el éxito individual que la solidaridad o el cuidado de los otros.
Muchas emociones son creaciones culturales que pueden variar mucho de una culturas a otras. Desde la antropología se han dividido las sociedades en culturas de la vergüenza y culturas de la culpabilidad. Nuestra cultura pertenecería al último tipo, como muestra este popular chiste de una madre judía: cada madre judía regala a su hijo, cuando cumple la edad juvenil, una corbata roja y otra azul. Si el hijo se pone la corbata roja, la madre le hará el comentario: "...sabía que la corbata azul que te he regalado no te gustaría"; si el hijo se pone la corbata azul: "sabía que la corbata roja que tu madre te regaló no te gustaría...". Siempre se pierde y la culpabilidad se instala. El psicoanálisis, con Freud, se encargaría de analizar con profundidad este sentimiento de culpa.

Según E.R.Dodds, reputado lingüista y especialista en el mundo clásico, los griegos áticos del siglo V a.C. y sus predecesores jonios, se referían al "yo" con la palabra psykhé, traducible por el yo emocional más que por el yo racional. Nuestros ya lejanos ancestros griegos consideraban la psykhé como sede del valor, de la pasión y la compasión, de la ansiedad y del apetito animal. De hecho, nunca se mencionó la psykhé como sede de la razón con anterioridad a Platón. En este sentido, los griegos del siglo V a.C. imaginaban la psykhé - las emociones- habitando algún lugar de las profundidades del organismo, desde donde hablaban a su dueño con voz propia. La emociones griegas no eran prisioneras del cuerpo, como promulgó más tarde el mundo cristiano, sino que eran entendidas justamente como la vida o el alma que anima el cuerpo. En él se sienten a gusto, como en su propia casa. Y no es una mala forma de describirlo. Nuestra ciencia ha corroborado lo mismo a partir de los estudios de psicobiología y de neuroanatomía: las emociones habitan el cuerpo de forma global, en forma de péptidos que se distribuyen por todos los órganos y tejidos. Es decir, todo el cuerpo responde al lenguaje químico de las emociones, las vive. Los griegos clásicos, como la casi totalidad de sociedades no cristianas y no industrializadas, no creían en el más allá ni en un determinado orden natural sino que sentían deliberadamente la vida. Las emociones primaban, eran la realidad a partir de la que se construían las relaciones con el mundo. Así por ejemplo, los alimentos y juegos que dejaban los griegos en las tumbas de sus muertos - ya desde tiempos neolíticos- no era la respuesta a una abstracta creencia en el más allá sino que era una respuesta directa a sus impulsos emocionales inmediatos, sin que mediase ninguna teoría abstracta sobre la permanencia de las almas. Como cuando un niño da de comer tierna y cuidadosamente a su caballito de juguete: se abstiene de matar su vivencia emocional aplicando criterios de racionalidad al objeto muerto; a pesar de ello, el niño sabe perfectamente que el caballito es un juguete inerte. No obstante la gran importancia de las emociones, estamos aun muy lejos de entender en su totalidad qué son y cómo se producen. Y estamos más lejos aun de comprender hasta dónde configuran y son modeladas a la vez por cada cultura. Solo sabemos que juegan un papel básico en nuestra producción cultural, lo mismo que los EMC. A pesar de ello, ha habido escasos intentos de clasificar las culturas partiendo del tratamiento y socialización que dan a las emociones. Muy pocos trabajos antropológicos se han interesado en construir una Teoría Cultural de las Emociones y es en este sentido que la actual psicología cultural-evolutiva está ocupando un territorio que hubiera debido labrar la antropología.  Fuente: Josep Mª Fericgla

A continuación os propongo ver el siguiente reportaje del programa Redes (La 2)sobre la importancia y utilidad de las emociones.
El profesor Daniel Goleman también ha investigado sobre la gestión de las emociones desde un punto de vista psicológico. A continuación, podéis ver y leer un fragmento de su entrevista en el programa Redes:
Ahora estamos descubriendo que enseñar habilidades sociales y emocionales a los niños desde que tienen cinco años hasta la universidad es muy eficaz, los vuelve mucho más cívicos, mucho mejores estudiantes. Es un error pensar que la cognición y las emociones son dos cosas totalmente separadas. Es la misma área cerebral. De modo que, ayudar a los niños a gestionar mejor sus emociones significa que pueden aprender mejor. Ahora estamos estudiando los métodos contemplativos que se han venido utilizando durante... ¡siglos! Y en el catolicismo también, por cierto, no sólo en el budismo. Toda gran religión ha utilizado alguna vez algún tipo de práctica contemplativa, de desarrollo de la mente. Nosotros lo estamos estudiando para ver si podemos aprovecharlo y hacer algo por los niños, para ayudarles a concentrase... Hoy en día los niños, y también sus padres, son muy dispersos y necesitan más ayuda con esas habilidades. Hoy en día, probablemente, haya sólo una docena de currículos escolares que enseñen a los niños mindfulness, que les enseñen a concentrarse mejor, a focalizar, a hacer introspección y a ser más compasivos, a estar más atentos. Y en todos estos casos, se trata de programas piloto. Desde 1995, cuando escribí La inteligencia emocional, ha habido cientos de programas sobre aprendizaje social y emocional y creo que va a ocurrir lo mismo con este campo en la próxima década.
Programa de la serie Redes dedicado a la importancia de las emociones para la supervivencia. Cuestiones: - En el texto anterior hay varios ejemplos de la diversidad cultural de las emociones. ¿Podrías comentar algunos de esos ejemplos? - ¿Qué importancia tiene el aprendizaje de las emociones en la educación de los niños?

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